La arquitectura
precolombina que alcanzó entre los aztecas, los mayas y los peruanos sus más
brillantes y admiradas expresiones artísticas, no tubo entre los chibchas siquiera
un desarrollo comprable con el de aquellas culturas. La diferencia esencial
consiste en el empleo de la piedra para las construcciones. Los chibchas tenían
la piedra profusamente desparramada en su medio geográfico pero fueron incapaces
de utilizarla para la escultura y para las construcciones. Los chibchas hacían
sus casas utilizando como principal material la caña y el barro para hacer las
tapias llamadas bahareque.
Las
casas comunes eran de dos formas: unas cónicas y otras rectangulares. Las primeras
consistían en una pared en circulo echo de palos enterrados como pilares más
fuertes sobre los cuales se sostenía de lado y lado un doble entre tejido de
cañas cuyo intersticio era tupido de barro. El techo era cónico y cubierto de
pajas aseguradas sobre varas la profusión de tales construcciones en forma cónica
en la sabana de Bogotá, dio origen a que Gonzalo Jiménez de Quezada le diera
a esta altiplanicie l nombre de Valles de los Alcázares.
Las construcciones
rectangulares consistían en paredes paralelas también de bahareque, como las
anteriores, con techo en dos alas en forma rectangular.
Tanto las construcciones
cónicas como las rectangulares tenían puertas y ventanas pequeñas. En el interior
el moblaje era sencillo y consistía principalmente en camas hechas también de
cañas, llamadas barbacoas, sobre las cuales se tendía gran profusión de mantas;
los asientos eran escasos pues los indígenas solían descansar en cuclillas en
el suelo. Además de las casas comunes existían otras dos clases de construcciones:
una para los señores principales, probablemente jefe de tribu y de clan, y otras
para los jefes de las confederaciones chibchas, como los Zaque
y los Zipas.
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